La adoración es una de las mejores cosas que podemos hacer cuando nos enfrentamos a desafíos o situaciones que nos provocan miedo. El domingo no es solo el día de descanso; también es el día de adoración, el día en el que le rendimos culto a Dios. De ahí viene la frase «vamos al culto». A lo largo de los siglos, cuando el pueblo de Dios ha enfrentado pruebas y tribulaciones, ha encontrado consuelo en la adoración. Por eso es tan importante no comprometer nuestro compromiso de adorar a Dios con regularidad.
Mientras Esdras y Nehemías enfrentan desafíos para reconstruir el templo y las murallas de la ciudad, es la adoración la que los ayuda a sostenerse. A veces, situaciones y distracciones pueden alejarnos de Dios, quien debe ser nuestra prioridad número uno, y nos alejan de la iglesia y de poder observar y guardar el día domingo, no solo como el día de descanso, sino también como el día de adoración. No dejes que nada ni nadie tome ese lugar que solo le pertenece a Dios, que solo Él merece. Si tus prioridades han cambiado de alguna manera, ora a Dios para que te ayude a ponerlo a Él en primer lugar y hacer de la adoración a nuestro Señor la prioridad número uno en tu vida.
Después de pasar algún tiempo y el pueblo de Dios se instaló en sus nuevos hogares, se reunieron en Jerusalén y construyeron un altar. Lo hicieron, en parte, porque tenían miedo. «Pusieron el altar en su lugar, porque tenían miedo a causa de los pueblos de las tierras, y ofrecieron sobre él holocaustos a Jehová, holocaustos por la mañana y por la tarde» (Esdras 3:3). La adoración es un doble acto de recuerdo y anticipación. Recordamos quién es Dios y lo que Dios ha hecho por nosotros, y luego anticipamos que actuará nuevamente. Por esa razón, la adoración es una de las mejores cosas que podemos hacer cuando nos enfrentamos a desafíos o miedo. En esos tiempos, debemos recordar quién es Dios y lo que ha hecho, y luego anticipar su actuación de esa manera nuevamente.
El resultado de la adoración fue más adoración (Esdras 3:5-6). Pero también ayudó a reunir el coraje para continuar la tarea que se habían propuesto inicialmente. Habían regresado a Jerusalén para reconstruir el templo (1:2). Después de que comenzaron a adorar, reconocieron el hecho de que «aún no estaban puestos los cimientos del templo de Jehová» (3:6). Entonces, nuevamente se sintieron impulsados a sacrificarse y dar el dinero y los suministros necesarios para comenzar la obra (3:7).
Nehemías 9 también nos da una imagen, más adelante en la historia, del pueblo de Dios reuniéndose para adorar. En este pasaje, la adoración cumple otra función importante: la confesión y el arrepentimiento. Aquí en el versículo 2, el pueblo reconoce que sus dificultades han llegado porque descuidaron honrar a Dios y a sus profetas. Y luego, en los versículos 6 al 37, proceden a participar en una hermosa y larga oración colectiva llena de recuerdos de quién es Dios y lo que ha hecho. Inspirados por eso, se comprometen al pacto con Dios y a vivir según su voluntad (v. 38).
La adoración a Dios conduce a una acción basada en la fe. ¿Cuándo fue la última vez que enfrentaste una dificultad y recurriste a la adoración para superarla? Esdras y Nehemías nos dan una imagen de un pueblo que ha sufrido mucho y enfrenta tremendos obstáculos para cualquier tipo de normalidad en su vida. En lugar de escapar al pecado o culpar a Dios, se vuelven a Dios y lo adoran. Si la adoración no es una parte regular de tu vida ahora, probablemente no será a lo que recurras cuando más necesites a Dios. Tal como lo hicieron los israelitas en Nehemías 9, hoy debemos comprometernos con Dios. Haz de la adoración a Dios una prioridad en tu vida, no dejes de asistir al templo a adorarle junto con tus hermanos en Cristo, será de suma importancia que te mantengas conectado al cuerpo de Cristo.
En Cristo Jesús, Pastor Guillermo Ayala.
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