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1. Alabarle cada día por lo que Él es
Nuestro Señor es digno de ser alabado por lo que es: Santo, Justo, Amoroso y Misericordioso. Reconocer quién es Él nos llena de gratitud y humildad. Cuando meditamos en Su carácter, nuestras palabras se transforman en un cántico de adoración. No es solo por lo que hace, sino por lo que Él es: nuestro Creador y Redentor.
Versículo clave:
Entrad por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con alabanza; alabadle, bendecid su nombre.
Salmo 100:4
Reflexión: Dedica unos momentos cada día para alabar a Dios por Su grandeza. Aunque las circunstancias puedan cambiar, su carácter permanece firme e inmutable.
2. Alabar al Señor cada día por lo que ha hecho y por lo que nos ha dado
Dios nos llena de bendiciones todos los días. Desde el aire que respiramos hasta la salvación que nos ha dado Cristo, todo es un regalo de Su amor. Reconocer Sus obras nos lleva a un corazón agradecido.
Versículo clave:
Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza ni sombra de variación. Santiago 1:17
Haz una lista de las bendiciones que has recibido y usa esa lista como guía para alabar a Dios. No olvides que Su generosidad es infinita y constante.
Oración final:
Señor, hoy venimos ante Ti con corazones llenos de gratitud. Te alabamos por lo que eres, un Dios fiel, amoroso y poderoso. También te alabamos por todas las cosas maravillosas que haces en nuestras vidas, por las bendiciones grandes y pequeñas. Ayúdanos a vivir cada día con un corazón agradecido y una actitud de alabanza constante. En el nombre de Jesús, amén.
Atentamente Pastor Guillermo Ayala
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