Dios y las Naciones

por Oct 14, 2025

 Tiempo de lectura 3 minutos

Hechos 17:26–27

“Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación; para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros.”

 Dios es el arquitecto de las naciones

Nada en la historia humana ocurre por casualidad. Desde la creación, Dios ha trazado con precisión los tiempos, los territorios y las culturas. Cada nación, cada pueblo y cada idioma forman parte del diseño soberano del Creador. Él no solo permite la existencia de las naciones, sino que las forma con propósito: que le busquen y le conozcan.
Cuando comprendemos esto, entendemos que los movimientos migratorios, los cambios culturales y los encuentros entre pueblos no son accidentes, sino parte del plan divino para extender su reino en toda la tierra.

 La diversidad cultural refleja la creatividad de Dios

Apocalipsis 7:9

“Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero…”

En el cielo, la unidad no borra la diversidad; más bien, la celebra. Cada nación aporta su propio color, sonido y expresión de adoración al trono de Dios. Las diferentes culturas, lenguas y costumbres son una manifestación de su creatividad ilimitada.
Por eso, en lugar de dividirnos por nuestras diferencias, debemos verlas como una oportunidad para aprender unos de otros y reflejar de manera más completa la imagen del Creador.

 La cultura hispana como puente para el Evangelio

Mateo 28:19

“Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones…”

El pueblo hispano ha sido llamado a ser puente y bendición. Nuestra calidez, fe, familia y alegría pueden ser herramientas poderosas para compartir el amor de Cristo con el mundo. Dios ha colocado a la comunidad latina en distintos lugares del planeta para llevar esperanza, testimonio y transformación espiritual.
No estamos donde estamos por casualidad —somos parte de un plan divino para que otros conozcan al Salvador a través de nuestro testimonio, servicio y pasión por el Evangelio.

Dios ama a las naciones, y cada una tiene un lugar especial en su corazón. La historia de los pueblos es la historia de un Dios que busca redimir y restaurar toda la creación.
Recordemos: no hay fronteras para el amor de Dios. Que nuestra vida y nuestra cultura sean canales de bendición para que más personas, en toda nación y lengua, conozcan a Jesucristo.

Atentamente,Pastor Guillermo Ayala

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