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La celebración adquiere una profunda significancia al rendir honores a Dios con los primeros frutos de nuestras vidas. La guía bíblica nos instruye, resaltando la lección crucial de ofrecer lo mejor a Dios, recordando que Él entregó todo por nosotros en la Cruz del Calvario. La enseñanza es clara: no podemos servir tanto a Dios como a las riquezas simultáneamente. Se nos insta a elegir a Dios como nuestro único amor y prioridad, reconociendo que Él debe ocupar el primer lugar en nuestras vidas.
La importancia de llevar a los niños a la iglesia se compara con otras decisiones beneficiosas para ellos, como la educación escolar. Brindar a los hijos un legado significativo implica enseñarles acerca de Dios, el Evangelio y la sabiduría para administrar los recursos dados por Él. El «temor de Dios» se manifiesta como el reconocimiento y respeto hacia Él en la vida diaria. Es esencial poner a Dios en primer lugar, ya que Jesús representa la constancia y fuente confiable en nuestras vidas.
Como seres humanos y padres, enfrentamos desafíos a pesar de colocar a Dios en la posición prioritaria. La imperfección es parte de nuestra realidad, y aunque aprendemos a criar a nuestros hijos a través de ensayos y errores, la guía de Dios nos ha acompañado hasta ahora.
El priorizar a Dios no implica abandonar responsabilidades como el trabajo o la familia, sino más bien, poner a Jesús sobre todas las cosas. Amar a Dios con todo el corazón, mente y fuerzas se establece como el mandamiento fundamental, sirviendo como la base para todo lo demás, recordando que la obra del Señor avanza gracias al compromiso de sus miembros.
La importancia de la ofrenda anual se presenta como una expresión tangible de que Dios ocupa el primer lugar en la vida. Las primicias son resaltadas como algo especial que redime el resto del año, reflejando gratitud hacia Dios.
La historia de Abraham ilustra su disposición para ofrecer a su hijo como una prueba de obediencia y fe. Nuestros dones reflejan nuestro agradecimiento hacia Dios, proporcionando proporcionalmente a las bendiciones recibidas. Dar primicias representa lo primero y lo mejor de lo que hemos recibido de Dios, una práctica que se lleva a cabo con libertad y gozo.
La importancia de ofrecer a Dios lo mejor de nuestras ofrendas resalta como una expresión de gratitud. La práctica de dar el 10% de nuestro salario se vincula con la valoración divina del sacrificio por encima de la cantidad. Este acto debe realizarse con alegría, reflejando nuestra gratitud por la resurrección de Cristo, en 1 Corintios 15, donde se establece que Cristo es la primicia de los que resucitarán.
La promesa divina de provisión y abundancia para aquellos que honran a Dios con sus bienes y primicias refuerza la importancia de este acto de devoción.
Atentamente, Pastor Guillermo Ayala.
Referencias bíblicas:
– Génesis 39:10
– 1 Corintios 15
– Génesis 4
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