Por Pastor David Gold
Tiempo de lectura: 3 Minutos.
1 Juan 2: 28-29.
“28 Y ahora, hijitos, permaneced en él, para que cuando se manifieste, tengamos confianza, para que en su venida no nos alejemos de él avergonzados. 29 Si sabéis que él es justo, sabed también que todo el que hace justicia es nacido de él.”
En el matrimonio hay un mandamiento para nosotros de amarnos, y es nuestro trabajo como esposos pero no debe ser solo solo nuestro trabajo sino que dene ser también un deleite amar a la otra persona.
Es nuestro deber amar a Dios, y también debe ser nuestro deleite amarlo por su misericordia y gracia. Entender que tenemos responsabilidades también en respuesta a esa misericordia y gracia.
Como hijos amados de Dios somos responsables de permanecer en Jesús y anhelar por su retorno. La palabra “habitar” significa: “estar en Jesús, permanecer”. Es una acción activa como también es pasivo. La manera activa es: seguirlo en todo momento, y la manera pasiva: es que él esté en tu corazón. Consistentemente debemos permanecer en él, y cooperar con él para hacer todo en él.
Debemos habitar con él para para no depender de nuestra fuerzas sino de la fuerzas de él, debemos ser personas que deben estar tomando de la fuente de agua viva para no ser derrotados. El es el Rey, y nosotros sus servidores y por lo tanto debemos rendirnos a él.
Es una orden habitar en Jesús, y si habitamos en él tendremos muchos frutos porque hablaremos como el, caminaremos como y también obedeceremos como el. Entendido que Jesús volverá por sus hijos amados que somos todos aquellos que seguimos los mandatos de Dios Padre.
Esto nos lleva a preguntarnos: ¿Tu corazón anhela el regreso de Jesús?
No nos gusta rendir cuentas como seres humanos, y estos son síntomas que nos estamos habitando en él porque en Jesús constantemente debemos rendirle cuenta de lo que hacemos con lo que él nos ha entregado en esta tierra.
Debemos entender que Jesús en su primera venida vino como un Salvador pero en su segunda venida vendrá como un Rey justo y vendrá a juzgar. Es necesario entender que permaneciendo en él no habrá tribulación alguna que nos venga en ese día tan esperado por sus hijos.
Como pueblo de Dios debemos reflejar su majestad aquí en la tierra, entendiendo que no somos buenas personas ni este mundo es bueno, sino que su gracia nos limpia y nos ayuda a guiarnos cada día en este mundo para llevar su palabra más lejos. Esta también es una responsabilidad que tenemos para con nuestro Dios.
Recordemos que hemos sido rescatados de la oscuridad por su gracia y no porque seamos buenos sino porque Jesus es bueno y quiere lo mejor para nosotros y nuestra familia.
Recuerda que como hijos de Dios tenemos responsabilidades por las grandes cosas que él ha hecho en nuestras vidas, día a día debemos recordarlo como nuestro Rey Salvador y también como nuestro Padre que quiere lo mejor para nosotros. Busca su presencia y también procura que tu familia conozca quién es tu Salvador con tus acciones diarias.
Juan 15:5-6.
Romanos 8:1-2.
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