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- ¿Estamos bien?
¿Qué es lo que nos hace estar bien con Dios?, todo el mundo quiere estar bien con Dios y nos esforzamos para ser buenas personas.
Entre las parejas, entre amigos, en cualquier relación podemos tener discusiones y al finalizar esa discusión queremos saber si estamos bien y preguntamos: ¿estamos bien? Los seres humanos queremos estar bien con Dios, pero somos muy cambiantes y estamos constantemente en esa lucha. Cuando nos acercamos a Dios queremos saber qué tenemos que hacer para estar bien delante de Dios.
Dios quiere que estemos en continua comunión con él. Dice la Biblia que todo Espíritu que confiesa que Jesús murió y resucitó este es espíritu de Dios.
Somos justificados por medio de Cristo. La terminación de “Justificación” puede ser definida como el acto judicial por medio del cual basado en la obra meritoria de Cristo y por medio de la fe, Dios declara absuelto de pecado, liberado de su pena y declarado justo. Esto es lo que Cristo hizo por nosotros.
Si tu pecas, pides perdón y haces un círculo de esto y no sales. Tienes que entender que la gracias de Dios no es para abusar de ella, Dios nos perdona pero las consecuencias de nuestros malos actos igualmente llegarán. ¿Cómo podemos hacer para pecar menos?, leyendo la Biblia, escudriñando la palabra y manteniendo una relación constante con nuestro creador en oración. Esto es algo maravilloso. La constante comunión trae consigo frutos que son beneficios para nuestra vida.
- No es lo que podamos hacer, sino en quien creemos lo que nos justifica.
Pablo afirma y declara que no es lo que nosotros hacemos sino en quien creemos lo que nos justifica. Justificado es lo contrario a condenado y justificado es ser perdonado. En otras palabras tu carga fué sacada o perdonada, eres inocente. Nosotros sabemos que no merecemos el perdón de Dios, pero por eso se llama gracia de Dios, y sobre esta gracia es donde nosotros debemos estar parados.
Cuando personas se casan y se prometen delante del altar: ¿cuántas de esas promesas son quebrantadas?, y esos pactos terminan en separación o divorcio… Así somos los seres humanos, nuestro amor está condicionado: “yo te amo si haces las cosas que a mí me agrada, yo te amo si haces lo que me gusta a mí”. Esto es el amor egoísta, pero el amor que Dios nos da no espera nada a cambio.
Si tienes a Dios en tu vida tienes amor para dar a otros, dice la Biblia: “dando como recibimos y sembrando cómo cosechamos”, y Dios nos tuvo que dar a su hijo, lo más valioso que él nos podía dar, y por eso no podemos tomarlo a la ligera. A todos nos gustan los regalos y cuando son inesperados más, así es el regalo de parte de Dios para nosotros pero muchas veces menospreciamos el regalo de nuestro Dios que es la vida de nuestro señor Jesucristo por todos nuestros pecados.
Tú puedes ser la persona más importante o más rica del mundo, pero si no tienes a Jesús te falta todo. Jesús es quien nos da a nosotros el sentido de vivir y nos da el propósito en esta tierra de ser de bendición, Las buenas obras no nos salva pero las obras fueron reservadas para que anduviésemos en ellas, para que andemos en buenas obras después de haber sido salvos por la fe, esas obras reflejan el arrepentimiento que tuviste y que pusiste tu Fe en Jesús.
La justificación significa que, en Cristo, aunque en realidad somos pecadores no estamos bajo condenación.
Todas las demás religiones tienen requisitos de cosas que tienen que hacer las personas para llegar a Dios pero el evangelio de Cristo es único. Ya todo lo hizo Dios, aquí ya está todo hecho, recíbalo por gracias, solo creer en él, arrepentirse y vivir en las enseñanzas de Cristo.
Si sólo aplicamos la enseñanza que Jesús nos dijo: “traten a los demás como les gusta que lo traten a usted”. La regla de oro, si quieres que te traten bien hazlo tú primero, y si te gusta que te traten como amigo trata como amigo a los demás.
Para creer en Dios tengo que creer en Cristo. Cuando ponemos nuestra fe en Dios empezamos a vivir una vida en sobreabundancia. Tenemos que identificarnos tanto con Jesús que cuando Dios nos mire, no vea un humano pecador sino que vea a su hijo Jesús habitando en nuestros corazones.
Si Dios quitara a Jesús del medio y me mira a mí, me diría: “Estás destituido de mi Gloria”, pero él me mira a través de Jesús; que es mi abogado y defensor. Jesús le dice al Padre: “Yo pagué el precio de su culpa, yo pagué el precio de su condenación, y por eso me puedo acercar confiadamente.
Cuando en la historia del hijo pródigo, él malgastó todos sus bienes dijo: “voy a regresar a la casa de mi padre y que me hago un jornalero, no importa, sé que tendré abrigo, voy a pedirle perdón”, y cuando iba llegando a su casa el padre lo estaba esperando, y este padre sale al encuentro con su hijo. Es conmovedor que el Padre lo abraza y lo besa. Al Padre le importó que este hijo estaba muerto, y ahora vive. Mandó hacer una fiesta porque su hijo había regresado, y mandó a matar al becerro más gordo. Nosotros somos ese hijo pródigo.
- Jesús nos ama y se entregó por nosotros para que podamos ser salvo por la fe en él
Jesús no vino por los templos, Él vino por las personas y eso es lo que le interesa a Jesús.
Nos dijo: “Id y predicar el evangelio a toda criatura”, Jesús nos ama y se entregó para que seamos salvo en la fe, en él. El evangelio no tiene laberintos, Jesús es el único camino y está bien marcado. Este camino nos lleva hasta Dios, es una vía directa para estar bien con Dios. El Cristiano que peca tiene que arrepentirse y no estar pecando deliberadamente.
El Espíritu Santo te va a estar redarguyendo del pecado, una de las funciones del Espíritu Santo es redargüir. Cuando un Cristiano peca el Espíritu ahí, inmediatamente está trabajando y te dice: “no está bien lo que estás haciendo”, y uno tiene que arrepentirse.
Confiesa y apártate del pecado para que alcances la misericordia y el perdón de Dios. Sal del pecado. Todo aquel que rechaza a Jesús no entrará al Reino de los Cielos, y es la misma incredulidad la cual condena, Dios le dió a todo el mundo la oportunidad pero es solo para el que cree en Jesús, este será salvo.
Atentamente, Pastor Guillermo Ayala.
- Gálata 2:15-21
- Romano 4:6-8
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