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Basado en Mateo 1:21 y Juan 3:16
El nacimiento de Jesús es el mayor acto de amor y redención que la humanidad ha recibido. Su misión fue clara desde el principio: salvarnos de nuestros pecados y darnos la vida eterna.
Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.
(Mateo 1:21)
1. Jesús nos ama incondicionalmente
«Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.»
(Juan 3:16)
El amor de Jesús no depende de nuestras acciones, méritos o logros. Él vino al mundo con una misión: redimirnos, aún siendo pecadores. Su amor trasciende nuestras imperfecciones y nos da esperanza para una vida nueva. Medita hoy en este amor que no tiene límites ni condiciones, un amor que te abraza tal como eres.
Reflexión: ¿Cómo estás respondiendo al amor incondicional de Jesús en tu vida diaria?
2. Dios nos dio primero, es nuestro ejemplo a seguir
Dios no esperó que fuéramos perfectos o merecedores de Su amor; Él dio a Su Hijo como muestra máxima de Su entrega y generosidad. Así como Él nos dio primero, somos llamados a dar amor, gracia y perdón a los demás. Vivir como hijos de Dios significa reflejar ese espíritu generoso en nuestras relaciones.
3. Creer significa depositar nuestra confianza en Él
La salvación no se trata de nuestros esfuerzos humanos, sino de confiar plenamente en Jesús como nuestro Salvador. Él es el único que puede darnos vida eterna y reconciliarnos con el Padre. Creer en Él implica reconocer nuestra necesidad de Su gracia y caminar en fe cada día.
¿Hay áreas en tu vida donde aún no has depositado tu confianza en Jesús?
Oración:
Señor Jesús, gracias por venir al mundo como mi Salvador. Ayúdame a recordar cada día Tu amor incondicional y a seguir el ejemplo de generosidad de Tu Padre. Enséñame a confiar plenamente en Ti, porque sé que eres el único camino a la vida eterna. Amén.
Atentamente Pastor Guillermo Ayala
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